En la Plaza del maestro, mi profe de Español, Armando Panes. En una de las esquinas del camellón, un grupo del escuadrón de la muerte se cebaba un cartucho de cervezas: ejemplifica el fracaso del país, pues no se puede ni deben ingerir bebidas embriagantes en vía pública, pero se ha normalizado lo malo: mira quién está en la presidencia o en la gubernatura (y en el Poder Judicial, La Burra, La Plagiaria y La Militante). Un llamado a mantener la dignidad ante tanta desvergüenza (qué sigue y cómo hacerlo).
Al periódico de La Bióloga le ha ido muy bien con la 4T: estuvo con El Peje desde el principio, cuando todo el mundo se reía de él (todo el mundo se sigue riendo de él). A su medio le falta un editor que haga su trabajo: mi pobre artículo aparece mal capturado y tergiversado (alternativamente, lo hicieron adrede: cualquiera deja de leer algo que no se entiende). Y eso que se les pasa por e-mail. Iba yo a protestar, pero qué más da: no tienen remedio. Hace un par de años publicaron como cierta la nota de que había nevado en El Cairo (era la maqueta de un estudiante), pero eso pasa por retuitear a lo pejendejo: Internet mató al periodismo.
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