domingo, 25 de febrero de 2024

lo que el viento a juarez

Un Nortazo tiró al Juárez barrigón del pedestal a la altura de las Torres Abandonadas del Malecón Puerto México (ahora estacionan camionetas de gama media en los pisos en obra negra). No era lo que parecía: bronce. Era un vaciado en yeso chapado de algún material de color bronce. Por eso se cayó.

Nortazo tira a Juárez

 

Parece un signo de los tiempos: Ni él es Juárez ni nosotros somos conservadores (Calderón). En efecto, parece más Díaz: entregó el bastón pero no el mando.  Hasta un hermanito figura en las listas de candigatos al Congreso.

Por lo demás, creo que Juárez fue lo mejor que le pudo pasar a México en el s. XIX: en España o en Chile no se separó a la Iglesia del Estado, conserva sus privilegios. El pastorcito se la jugó y se murió en Palacio antes de que el pueblo lo corriera por reelegirse una y otra vez. Nombre como destino: estaba bendito. TAREA Leer Noticias del Imperio. Fernando del Paso se encontraba a Juárez hasta en la sopa.

sábado, 17 de febrero de 2024

nadie tiene dinero pero no hay cambio

O calderilla o sencillo o moneda fraccionara (las lentejas de 50 centavos, ¡caray!). Para controlar la inflación, los monetaristas reducen la masa monetaria. Unos a la pena y otros a la pepena. Con los malditos neoliberales la inflación llegó a tres dígitos. En 1993, justo un año antes de que el TLC entrara en vigor, Salinas le quitó tres ceros a la moneda: Nuevo Peso Mexicano, ese es el nombre oficial. 

López-Portillo llegó hablar de los pesos fuertes, la monedota de 10 pesos te rompía los bolsillos. Ahora es de plástico o algún material similar al acrílico: su valor es simbólico, como los bilimbiques revolucionarios o el bitcoin. Recuerdo que con Peña Nieto nadie quería agarrar las monedas de 20, tan parecidas a las de 10.

$10.00 nuevos


En la primaria mis papás me daban 20 centavos o hasta 1 peso para gastar en el recreo. Éramos felices pero no lo sabíamos. Ay, mi patria, tantas veces saqueada. La vida no vale nada pero qué caro sale morirse. Ni modo, aquí nos tocó vivir, pero no hay que acostumbrase a malvivir.

Tan tan.

desquiciado con problemas de proxemia

me sorrajó un costal de latas de estaño en el muro de contención del malecón costero a la altura de Bravo. Dos veces. No me golpeó pero me c...