me sorrajó un costal de latas de estaño en el muro de contención del malecón costero a la altura de Bravo. Dos veces. No me golpeó pero me cayó el agua en el jersey (la lluvia de anoche derribó algunas ramas de los árboles, el agua taponó las alcantarillas con basura, las rachas de viento tiraron el poste de madera de Zaragoza y Aldama).
El poste de Los Nachos: Zaragoza esq. Aldama
La mirada atrapada en la jaula de sus pensamientos, cabeza redonda y pequeña, desconectado con el mundo. Era un chaparrón de unos 30-35, fuerte, doblado como El Pípila bajo la arpilla de su cargamento, al que pensaba regalarle el peso que felizmente había encontrado en el malecón ribereño, poco antes del sanatorio del compañero P****. Parece que duerme en la playa o es madrugador. La puta que los parió: apenas ayer me aplasta por nada el conductor agresivo de la Hummer color blanca y vidrios polarizados. ¿Qué le ponen al café?. Malditas drogas.